Imagogima

Un lugar donde posar tus ojos y tus dedos, dejando lo que traigan consigo, y llevándose el resto.

31 octubre 2006

DE MUNDOS

Si nos podemos tocar... es que hay algo más allá de nosotros. Y al tocar, al mismo tiempo... somos tocados. Una misma acción que quizá, verdaderamente, entrañe un único ser, el único ser de todo lo que existe.

Yo... quisiera apartarme de tantas cosas, de tantos mundos que me son inconcebibles... y al mismo tiempo no es para nada cierto esto que digo. Pero trataré de ir pasito a pasito, como si volviera a aprender a caminar, dicendo mentiras, exagerando, dejando ver el propio desaliento, la inherente confusión.

Yo quisiera no saber ni tener nada que ver con quienes disfrutan maquillando y decorando su coche, con quienes van a Egipto 15 días en toda su vida, y 15 días a... yo quisiera no formar parte o no vivir con quienes "trabajan" vendiendo y comprando acciones, con quienes se lucran con el negocio del petróleo, de los medicamentos, del agua, de los diamantes... yo quisiera que no se pudieran robar explosivos y armas en una tienda de armas, y no porque no se puedan robar, sino porque no existan quienes fabriquen y vendan armas en ninguna tienda. Yo quisiera no tener que escuchar la televisión cada vez que entro en casa, escuchar en vez de eso el silencio, o alguien recitando unos versos, o tocando un piano, o una flauta... Yo quisiera que la gente no siguiera las carreras de coches en la tele o que todo el mundo no viera las mismas cosas y hablara sobre los mismos temas que han visto. Yo quisiera que la gente no te saludara y pasara de largo. Yo quisiera no tener que gastar tanta agua ni tanto papel cada día y no tener que mirar siempre con lupa lo que estás comiendo porque la mayor parte de los ingredientes que ingieres son nocivos o no alimenticios. Yo quisiera que no se tuviera tanta prisa y que la gente no tuviera que "trabajar" ocho y más horas diárias en algo que les aburre y que no les hace aprender nada nuevo ni ver nada nuevo. Yo quisiera que la gente no se gastara al año el triple del sueldo mínimo interprofesional de un trabajado no cualificado en comprarse una bela para un barco. Yo quisiera que todos pudiéramos ir alguna vez en barco y en globo. Yo quisiera que se acabaran para siempre los trabajos mecánicos, rutinarios, repetitivos y serviles que no desarrollan la creatividad, la capacidad de decisión y la responsabilidad. Yo quisiera que la gente consumiera menos y con un criterio más solidario. Yo quisiera que la educación y la salud fuera un derecho de todo ser humano... yo...

En realidad ni quiero ni dejo de querer nada de lo que he dicho. La suma de la historia estás hecha de esa forma... quiero y no quiero... puedo y hago...

Yo mismo soy un montón de no quereres hacia mi... y otro montón de quereres. Yo no soy yo... yo soy el mundo... y a la vez necesito ser yo... el mundo necesita que yo sea yo.

Yo vivo en mi mundo... en el que quiero unas cosas y no quiero otras... en el que las quiero ahora y mañana no, o pasado mañana quiero otras distintas... ¿lo puedo querer todo? ¿puedo hacer y querer cualquier cosa? ¿puedo fabricar armas, comprarme un Ferrari, puedo ver la tele y olvidarme de que tengo una vida, puedo atrofiar mis manos y mi cabeza, puedo pegar a un niño, puedo pasar indiferente ante alguien que me pide una limosna, puedo ser indiferente a la política, puedo gritar a quienes viven conmigo, desahogarme, emborrarcharme...? ¿puedo pasar hambre...? ¿puedo ser una cifra en un telediario? ¿puedo ser una imagen? ¿puedo ser algo mecánico y rutinario?

¿Puedo ser yo... puedo tener mi mundo... puedo hacer mi vida como me plazca?

Mi vida es egoísta por naturaleza, mira por su subsistencia, su integridad. Cuanto mayor sea el aislamiento y la autonomía de mi vida más mirará por si misma. Pero llega un punto en que mi vida ya no me pertence, ya no es mía, se siente vacia, angustiada... ¿por qué?... Mi vida me está dicendo que no es sólo mía... que mi mundo sin los demás mundos no tiene sentido, es imposible, una enfemedad.

¿De verdad podemos seguir parcelando el mundo?

Yo quisiera vivir en paz, lejos del mundo y de los mundos, en mi mundo de naturaleza y pintura, silencio y música... pero siendo así... ¿estaría haciendo algo distinto a comprarme un Ferrari? ¿acaso no sería como fabrirar armas? Es igual e incluso peor, ya que estas últimas acciones de la voluntad participan del sistema económico y "social" y producen cadenas de beneficiados (y cadenas muchos más numerosas de perjudicados)

Y sin embargo amo la paz de mi deseo ¡la amo! y amo la soledad de mi mundo que es capaz de amar otros mundos.

¿Podemos?

Elijo ser intolerante.

Ya que vivo, elijo negarme a algunos mundos, no quiero permitirlos, no permiten mi mundo ni otros... ¿no es esto cierto?... entonces... ¿vivimos todos en un mismo mundo?... ¿nos tocamos pues? Y en mi vida cotidiana... ¿dónde está ese contacto? Mis pantalones fabricados en Indonesia, casi todos los componentes del ordenador también de allí... la luz eléctrica que en su mayor parte viene del petróleo, las importanciones de frutas de paises de latinoamérica... cereales de paises africanos... ¿todo eso son contactos? ¿Yo me gasto la quinta parte de un sueldo mínimo en unas zapatillas de deporte? ¿Yo dedico más de la mitad de ese sueldo al pago de un alquiler para vivir?...

El mundo es de alguien... ¿el mundo es de agluien?

Nadie me tiene a mi, yo soy mio, incluso de todos, es decir, de nadie, es decir, mio de nuevo. Soy mio aunque me esclavicen... ¿Soy libre para poder hacer?...

Yo soy todos... el que puede y el que no puede... el que ve y el que no ve... pero yo soy yo... el que elige... el que no tolera... ¿con qué derecho?

Mi vida ya ha empezado y es un misterio... todo aquello con lo que juego es lo que hay y hasta puede que descubra fichas nuevas o nuevas facultades... cuantos tableros... cuantas fichas... cuantos juegos... ¿quién pondrá las normas?... ¿hay normas?... no sería un juego sin ellas...
Estoy alegre porque quiero estar alegre, por que lo soy... juego porque juego... no hay necesidad... la necesidad es otro juego... jugar a creer en la necesidad... jugar a necesitar en un momento... ¿necesitar sin poder jugar?...La vida se sostiene en el juego de la vida, en su equilibrio de integridad que va cambiando cada vez, que se renueva, que renace una y otra vez, como un llama que oscila siempre. Como decía Heráclito "es y no es al mismo tiempo". Nazco filósofo y pintor, poeta confuso, doloroso y alegre, inconstante, no vivo por sí mismo, vivo sólo en el acto de obrar y en la obra... en realidad no quiero vivir... quiero hacer la vida... soy mi propio Dios... por eso lo necesito. Pero esto no es cierto... sueño... imagino... vuelo... me acerco... me tumbo en la hierba... duermo... me despierto ... sueño de nuevo... viajo... vuelo... vielo, vielso, viejo, vieso, vuelso, velso, vesos, vuelo...vuelo...vuelo...

27 octubre 2006

MOVIMIENTO

Tal vez el movimiento sea sólo una ilusión, como el tiempo y el espacio, algo relativo y por lo tanto de alguna manera inexistente, al menos para aquella concepción de la existencia que necesita otorgar un carácter común a todas las cosas diciendo de ellas que existen Pero... ¿qué significa existir? Podemos decir de las cosas que existen que están, que las percibimos de una u otra manera, que tienen presencia, que ocupan un tiempo o un espacio en nosotros, que nos afectan de alguna manera, que están en contacto con nosotros. En cualquier caso, con estos temas se hace enseguida patente la necesidad de recurrir a la experiencia individual, psicológica o espiritual del individuo.

Dos experiencias fundamentales construyen la conciencia del ser humano: El tiempo y la eternidad. La percepción (el darse cuenta de) de ambas depende de sí mismas, es decir, que para experimentar la eternidad hay que experimentar el tiempo y bicebersa. De todas formas podríamos asumir que el hecho de la percepción (el darse cuenta de) sucede al márgen del tiempo y que, aquello de lo que nos damos cuenta es precisamente del tiempo. Por el hecho de ser seres humanos y de existir (antes incluso de darnos cuenta de ello) tenemos la capacidad de "darnos cuenta de" (que viene a ser la capacidad de distinguir, separar, escrutar las cosas... diferenciarlas) También, evidentemente tenemos la capacidad de "darnos cuenta de" que nos damos cuenta (es decir, de que somos seres que, esencialmente nos damos cuenta de las cosas) De este lado se da la experiencia de la eternidad y de otras relacionadas con ella que expondermos a continuación.

La experiencia del tiempo surge de la experiencia del movimiento (el darse cuenta de que algo estaba en un sitio y luego en otro) Evidentemente con ella surge la experiencia del espacio. De este conjunto de experiencias brutas de la percepción, que se dirigen más directamente hacia el mundo sensible a través de los sentidos (el "darse cuenta del" mundo) surge la llamada objetividad. Nadie duda del espacio ni del movimiento, al menos no tanto como para dejar de percibirlo de algún modo. Se piense lo que se piense del espacio y del tiempo nuestra percepción asume algún modo de existencia tanto del espacio como del tiempo. Es precisamente en la concepción teórica del modo en que percibimos estas categorías (tiempo y espacio) donde surge su capacicidad (que siempre ha tenido, claro está) de subversión, es decir, de considerarlos de otros modos al márgen del aceptado. Y aquí es donde surge la experiencia de la eternidad.

Dicha experiencia, como tal, es anterior a la experiencia del tiempo, ahora bien, en tanto que "darse cuenta de" la eternidad, para ello es necesario haber pasado por la experiencia del tiempo previamente. Dicho de otro modo, lo que Einstein había descubierto en los años 30 (su teoría de la relatividad) en realidad es una capacidad humana que estuvo siempre en el ser humano, incluso antes de las formas de institucionalización (objetivización) del tiempo y del espacio.

La eternidad se ha asociado muchas veces con la divinidad y con carácteres religiosos y trascendentales del ser humano. Mientras que el tiempo, el espacio y el movimiento se ha relacionado con los saberes ciéntificos. Los dos tipos de experiencias construyen lo que conocemos como experiencias objetivas y subjetivas o en el terreno más psicológico el yo y el otro.

El yo se identifica con la eternidad y el otro con la percepción del espacio y el tiempo. Ahora bien, ya hemos dicho que "para darse cuenta de" la eternidad (aunque no para experimetarla directamente) era necesario primero "darse cuenta del" tiempo y el espacio (a través del movimiento) Es decir, para darme cuenta del yo, necesito primero percibir lo otro sino no soy consciente del yo (darme cuenta del yo) De aquí surge el eterno debate entre subjetividad y objetividad, yo y otro y por ende la descripción de la realidad.

Podríamos decir sintetizando que el yo es lo otro y que lo otro es el yo. Ahora bien, esto sólo sería válido a partir de las propias experiencias individuales y en una situación de percepción muy bruta y directa. Si atendemos a la institucionalización del tiempo y el espacio, es decir, la aceptación de un modo determinado de percibir que viene descrito por una concepción ya existente, en ese caso, dado que no es nuestra propia experiencia, sino la experiencia mediada de un observador, o de unos observadores interesados... entonces... ¿cómo podría decir que mi yo es lo otro, que mi eternidad es el tiempo y el espacio que percibo?

En nuestra experiencia íntima, más directa y bruta, más desnuda, más primigenia en donde nos enfrentamos con las diversas experiencias del tiempo y el espacio, tanto propias como ajenas..., en ese punto si podemos percibir la conciencia de la eternidad (de nuevo experiencia propia, no institucionalizada... como por ejemplo a través de la religión que se ocupa de nuestras experiencias de eternidad) y la conciencia del tiempo como una misma cosa, es decir, no distinguir entre yo y otro, sino ser una misma cosa.

Pero lo más importante de todo esto es que se evidencia la necesidad de una dualidad que se vuelve unidad pero que sigue percibiéndose como dualidad. La eternidad surge en el movimiento y el movimiento en la eternidad. La vida fluye en el tiempo y a la vez está fuera de él. Siempre hay movimiento, de un espacio al otro, de una percepción a la otra.

Los estados de ánimo, las fluctuaciones en nuestra voluntad, las etapas en la consecución de un proyecto, la evolución de un diálogo e incluso de un monólogo (ya que en el fondo se puede considerar como un diálogo consigo mismo) Las diferentes facetas y funciones que somos capaces de llevar a cabo. Las diferentes cosas que aprendemos, el acto mismo de la comunicación... todas estas circunstancias muestran la necesidad de movimiento de una consideración a otra, de un tiempo a otro, de un espacio a otro, de un estado a otro, de una idea a otra... Podemos pensar que es el yo múltiple o todo un conjunto de otros que suman un yo, o un yo que se transforma.

¿Qué es la unidad inmutable de algo?

¿Qué es la eternidad?

¿Qué es el movimiento... hacia donde va?

Es un tópico ver en la naturaleza el hecho de que la generación y la creación necesita de la unión de dos aportes biológicos, como si la necesidad de hibridar, mezclar, relacionar... etc fuera la fuente misma de la vida, la alquimia necesaria para la creación, como si toda la bio-logía estuviera construida sobre la base de la mezcla, del contacto entre sustancias diferentes pero con la posibilidad de acoplarse (es decir, con algo similar entre ellas, que les hace capaces de algún modo de comunicación y relación)

26 octubre 2006

LA VOZ DEL BOSQUE

La tarde era una tarde gris y nublada, de nubes altas y grisáceas que no hacía temer tormenta. Su tamizada luz fría y como adormilada se posaba en todas partes transmitiendo una sensación de estatismo y quietud, algo así como el mármol de una vieja tumba olvidada que ya nadie visita, algo así como la noche de los tiempos o el vacio del universo, un espacio sin historia, sin tiempo, sin importancia, sin sentido... como todo aquello olvidado. Era una tarde olvidada por el mundo.

Dani caminaba por un bosquecillo de pinos jóvenes que había no lejos de la carretera, sumergiéndose poco a poco en esa luz dormida que en su interior vivo, humano reflejaba curiosas emociones lejanas y perdidas, habituales en él. Se diría que la tarde y él eran la misma cosa y esa situación le hacía sentir en compañía. En realidad se abrazaba así mismo que era como si la tarde le abrazara. En muchas ocasiones, Dani había ido al encuentro de la naturaleza cuando se sentía de aquel modo y los sonidos siempre le habían salvado de su soledad y puesto un poco de esperanza en su pecho.

Aquella tarde Dani sentía algo así como desvanecerse en la inexistencia. Era una tristeza grande como un oceáno romoroso que golpeaba una y otra vez la costa de forma mecánica, sin sentido. Era una tristeza como el pensamiento de que no existía nadie, nunguna persona sobre la faz de la tierra para escuchar ese océano y sin embargo, el océano, indiferente e insistinte siguía arremetiendo contra la playa una y otra vez con su sonido que nadie oía. Toda la belleza que Dani sentía llevar consigo era como esas olas que nadie escuchaba porque no había nadie para escuharlas.

Podía dejar la mirada perdida durante horas, mirando hacia dentro o también, cambiando aquello que veía en ese momento. En el naufragio de su pensamiento imaginaba que los pájaros lo observaban y sentían compasión por él, que cuchicheaban entre ellos sobre su estado y que se mostraban curiosos. El viento y las nubes también parecían estar ahí por él y para él, pasar justo en ese momento para echarle un vistazo, provenientes de remotísimos lugares del mundo. Los sonidos de los crujidos de las ramas y el viento cortado en las puas podían parecerle una nana, una voz maternal, una compañía íntima. Era su propio eco.

Nadie podría saber ni decir donde estaba. Cada vez se alejaba más, cada vez era más la tarde y la luz de aquella tarde, cada vez era más olvido y cosa, viento y árbol, silencio y eternidad. Cada vez era más aquello que todos llevamos dentro, la muerte que vigila la vida, esa paz demasiado extrema e incomprensible para un ser vivo. Imaginaba todos los seres del mundo como imposibles de comprender y de alcanzar. Recordaba su vida entre la gente y casi le parecía que era otro ser el que había estado allí y no él, tan incapaz de aquel trato humano, vivo. Y con todo esto sus olas seguían llegando.

25 octubre 2006

Diario de Nemón, 2079 o el misterio de la vida.

2 de Septiembre.

Tengo la suerte de amar el conocimiento, de resultar un ser inquieto en sí mismo... o al menos así me lo parece a mi. Este diario, por ejemplo, es consecuencia de ello. Hay muchas cosas que todavía me pregunto y me gustaría saber y observo el mundo que me rodea como si detrás de cada cosa que lo forman se escondiera un gran misterio imposible de descifrar finalmente. Soy un ser curioso, conducido por un sentimiento interior de búsqueda, que en el fondo quizá se puede ver como una necesidad de trasnsformación continua.

Es una suerte ser así para los días que corren... ¡claro que... esto... depende de quien lo mire!. Yo me considero afortunado dada la situación general, pero por lo que observo en los demás, para la mayoría sería algo bastante indeseable y por así decirlo, un destino lamentable.

Mi abuelo también escribía un diario y de su generación ya eran pocos los que lo hacían. Él y mi padre nunca se entiendieron bien y este último le tenía prohibido que me enseñara aquellos cuadernos de papel (entonces aún escribían en cuartillas fabricadas de celulosa) que mi abuelo fue componiendo desde su juventud, de forma muy espaciada pero constante, a lo largo de su vida. No abstante así, siempre encontrábamos momentos para escudriñar en aquellas hojas manchadas de tinta, como los viejos documentos de la historia. Es curioso, pero siempre he pensado, incluso desde pequeño, que a mi padre le disgustaba el que yo viera aquellos escritos por si me daba a mi también por ponerme a escribir de ese modo, temiendo por ello que pudiera nacer en mi un afán creador.

Mis abuelos pertenecieron a una de las últimas generaciones a las que les tocó vivir todavía aquel dicho popular (ahora tan extraño) de "ganarse la vida" y supongo, que, como muchas personas de su edad, nunca ha sabido adaptarse bien a los radicales tiempos que vinieron después. Mi padre en cambio nació ya cuando las medidas globales de asignación vitalicia (lo que en la universidad llaman las Asignaciones Materiales Personales de por Vida) llevaban funcionando algunos años, por lo que nació ya plenamente integrado en el sistema actual de vida. Supongo que las dos situaciones tan distintas en las que se criaron cada uno de ellos determinaron mucho su actitud con respecto a la vida y la capacidad de acción que frente a éstepuede demostrar el ser humano.

Yo me considero en cierto modo heredero de ambas actitudes y creo que no he desarrollado en extremo ninguna de ellas y que ambas viven en mi en un equilibrio que genera una forma de ser distinta a la de ellos. De todas formas, por lo dicho hasta ahora se puede percibir una mayor identificación con mi abuelo, aunque también es cierto que he discutido mucho con él sobre varios temas. Por ejemplo; inisistía una y otra vez en su idea de que (¡y la verdad es que ejemplos y razón no le faltaban!) si el ser humano no tenía nada por lo que luchar, ninguna meta, ninguna necesidad vital que cubrir... entonces dejaba de ser un ser humano y de querer vivir (y lo cierto es que en los últimos 30 años el íncide de suicidios ha aumentado considerablemente) Aún así, nunca le oí que argumentara directamente en contra de la ley de Asignación Vitalicia (ley en la que por otra parte, toda su generación puso grandes esperanzas para la humanidad) Yo le argumentaba que el hombre sería capaz de sacar de dentro suyo esa sed de conquista, de superación, esas metas que necesitaba para espolear su vida y que era absurdo suponer que todo ello surgía de un enfrentamiento con la naturaleza o con la sociedad. Él nunca estubo deacuerdo conmigo. Cuando yo hablaba así se sonreía y guardaba silencio y yo entendía en ello que necesitaba de la vida para darme cuenta de que en el fonde él llevaba razón.

Con mi padre discuto más amenudo, aunque muchas veces siento que ni si quiera hay diálogo por lo que cada vez las discusiones son más raras. Mi madre en cambio, aunque viene a reforzar la opinión de él en muchas cosas tengo la sensación de que me deja participar mucho más y de que entiende gran parte de mis inquietudes. Pero supongo que en el fondo siente un temor por mi futuro y por ello no las alienta en absoluto e incluso trata de achicarlas siempre que puede.

La opinión de mi padre podría resumirse, desde mi punto de vista en: las instituciones y la industria del ocio pueden aportar todas las emociones y las distracciones fundametales para llenar la vida de las personas, alejándoles del tedio, el aburrimiento y la apatía y todas las enfermedades psicomotoras surgidas de éstas que lastran la sociedad.

Esta sería su opinión de la sociedad. Naturalmente mi padre ascendió por "motivación propia" sin ninguna necesidad de ello, para beneficio de la sociedad y de la felicidad de sus individuos, logrando realizarse y a la vez cumpliendo un cometido fundametal en la sociedad. En realidad es uno de tantos trabajadores que ocupa un puesto simbólico en la sucursal estatal de una de las mayores multinacionales del ocio y el entretenimiento, conocida popularmente como "Siglo XIX"


10 de Septiembre

Mis aspiraciones son sencillas. Yo quiero seguir estudiando toda la vida... leer, ir a exposiciones, videografias, olografías, espacios virtuales... ampliar cada vez más mis horizontes y... llegado el caso, si me apetece, si me viene así... ¿por qué no?... crear también ... aportar mi visión de las cosas... formar parte de la riquísima memoria cultural de la humanidad.

No tengo porque hacer otra cosa si eso es lo que quiero, nadie me puede obligar. Yo quiero una vida sencilla, con lo indispensable para subsistir. Si alguna vez me veo necesitado de algo... algún material adicional, quizá el deseo de emprender un viaje... algún evento cultural fuera de lo normal (¡siempre al márgen del circuito de Siglo XIX, claro!) pues bueno, en ese caso tendré que ceder un poco, trabajar en algo, pero sólo temporalmente, hasta que consiga el dinero suficiente para poder adquirir lo que necesito para continuar mi formación (que bien mirado siempre será poco) Además, hay muchos servicios culturales grátis y que la gente apenas aprovecha y sólo con ellos uno ya puede seguir su formación por un tiempo bastante prolongado. Bueno, en cualquier caso ya he decidido que será así y que haré lo que sea necesario llegado el momento pero siempre teniendo en cuenta que será de forma temporal. Por lo demás, y digan lo que digan los otros, me basta con mi asignación vitalicia para vivir y no necesito invertir el resto de mi tiempo en sus absurdas tareas burocráticas, de ingeniería o de la creación y dispensación de ocio ¡me es igual que me traten de mendigo o que piensen que soy otro enfermo de abulia... o peor aún, uno de esos pensadores creadores que se bastan así mismo! Y bueno, por lo que respecta a la posición social, a los bienes materiales, al acceso al ocio... pueden temer por mi, pero yo no necesito nada de eso ¡no entiendo como la gente se afana de esa manera, busca trabajo, empeña su tiempo y su vida para tener más cosas y mejores, para poder asistir a entretenimientos cada vez más upsurpadores de su persona, para poder aparentar delante de los demás y no sentirse menos que otro... ¡que vacios, que pobres, que miserables me parecen todos en el fondo! Les compadezco pero no puedo hacer nada... ellos lo eligen. Pero no quiero entrar con este asunto ahora.

No obstante, como acabo de recordarlo contaré una anécdota de esta mañana que tiene algo de relación con lo que estaba diciendo. Se rumorea en la universidad que uno de los estudiantes de intercambio ha participado en el proyecto Programa, puede que se trate del chico rubio de la clase de Física (ya me enteraré bien) El caso es que al enterarme (por cierto que puede muy bien ser falsa toda la información) he pensado en todo esto. Pues yo me pregunto, ¿qué interés puede tener alguien en conocer toda la sabiduría del ser humano de golpe y de repente sino para servirse de ella? Yo creo que, teniendo tiempo como tenemos, tiempo enteramente para nosotros, para hacer lo que nos venga en gana sin pasar necesidad de nada, ¿qué mejor que dedicarlo al aprendizaje de todo aquello que queremos aprender, qué nos interesa? ¿Acaso hay otra cosa que hacer? ¿Y lo fascinante que es el proceso de ir dándote cuenta de las cosas... poco a poco, observando, experimentando por ti mismo? ¿Acaso no se pierde todo eso esa persona? Bueno... estoy fantaseando, desde luego... en el mejor de los casos es insospechado el resultado de semejantes pruebas... lo curioso del asunto es que es el primer caso del que se tiene noticia (si es que es cierto) entre la gente digamos.... corriente o de fijada asignación. Hasta ahora se hablaba del proyecto Programa con intenciones logísticas y de mejoras de las tecnologías, quizá también en el campo de la exploración espacial y de la salud... pero siempre se criticó mucho el uso caprichoso o antojadizo de este procedimiento. Algunos que tienen mucho poder han accedido al proyecto y se han hecho programar cualquier excentricidad... la ingeniería egipcia desde los primeros faraones hasta la invasión romana, la mística medieval, la filosofía presocrática... incluso catálogos enteros de pinturas del renacimiento, con espectrogramas completos. Uno de los magnates de Siglo XIX se hizo programar toda la obra psicológica desde Nieztsche hasta nuestros días. Hubo muchas oposiciones al respecto pero al final se salió con la suya. En cualquier caso todos los que anhelan poseer en su interior todos esos conocimientos lo hacen siempre con el motivo de sacarles algún provecho fáctico, y al márgen de consideraciones de utilidad de esos conocimentos, está aún por demostrar que realmente pueden desarrollarse de forma asociativa, creativa y evolutiva como ocurre con las experiencias ordinarias sensibles.

Nuestro chico rubio por el momento parece muy introvertido, cosa que me agrada, aunque desde luego debe proceder de un buen estatus.


20 octubre 2006

L'amour par terre. Jacques Rivette.

Ya he vuelto de la ficción, del sueño dentro de mi cabeza, de las vivencias imaginiarias puestas en otros. Soy un revoltijo de intenciones cuyo pesar es la inquitud vaga de estar perdido entre la fantasía y la realidad, entre el dolor y la alegría.

Soñamos aquello que deseamos, que anhelamos, que queremos... ¿quién pone ahí nuestros sueños? ¿Acaso soñamos también por los otros...? ¿soñamos por todos? El sueño de la humanidad. Y si todo estuvierar ya bien, ¿por qué habría que soñar, que fantasear?

Sin embargo, en la obra hay a un tiempo representación de experiencias, sueños y síntesis de reflexiones, planteamientos y vivencias en forma de ideas, de esencias, perfumes de la inquietud y de la lucidez.

La vida hace con nosotros lo que quiere... y en mitad de eso, sólo a veces creemos hacer nosotros lo que queremos... y cuando esto ocurre pues nos sentimos dueños de la realidad, con capacidad para alterarla, hacerla, decidir en ella, cambiarla. Y es cierto que todo cambia con nosotros, pero no hacia donde podríamos haber imaginado.

Nos toca imaginar para vivir lo que nunca hubieramos supuesto. ¿Quién puede tender un hilo tan fino e invisible como el de la existencia e ir paralelo a él?

El señuelo es a la vez tres realidades. Tres historias.

El final es inesperado para el propio autor, como para todos nosotros. El final siempre muestra, sin representación, la existencia.

El guión se entierra así mismo y florece, "par terre"

Los actores que representan la realidad, que la sufren, la transforman como venganza de tanta realidad. La existencia acaba la obra. Pero ni siquiera es venganza ¡es que puede ser así!

Y jugamos al juego de los peligros y los resabios, y al juego de los símbolos y de las ideas.

Las visiones que un hombre otorga a su amante. La transformación. La película que va por dentro. Pero todo quedea demasiado simbólico quizá. Pero claro, estamos en ese terreno tan característico donde realidad, representación y forma son el propio tema... no hay nada mayor que el propio tema... todo es lo mismo.

Pero... ¿y la realidad?... la realidad es la memoria, la huella del dolor, el recuerdo inborrable, el aprendizaje, todo aquello que empuja y hace posible el presente.

La realidad puede ser repugnante... y ella es la que nos hace soñar. Y los sueños corren el peligro de convertirse en un refugio imposible que puede tornarse pesadilla.

Al final gana el gesto de la existencia inagotable y el guiño de la esencia.

¿Acompañar a la existencia con nuestro lento, penoso, lúcido, torpe, esencial... pensamiento?

Participar inevitablemente de ella, dentro, fuera y más allá de lo previsible.

15 octubre 2006

Escritura automática

La sal de sus lavios decía encontrarme tendido en su muerte, cerca del laberinto de su pasión. Encarnizada llama de la lujuria más cándida, ¡acércate o Dios de los indiseables! Bella lubina de cercenados pechos, azucena de noche y límpia sed del que estalla en tu vietre. En aquel día todos íbamos al campamento tal y como nos había dejado a la salida del colegio, y los seres que caminanaban entre la hierba se decían unos a otros cuan hermosas eran las piedras de la encarnación. Y un niño nació de las manos de una joven perla que brillaba en lo alto de la oscuridad pétrea. A lo mejor se trataba de tu amor, dulce maravilla de las ciencias de lo indebido, arranque de tierra que destroza ojos de caracol y de serpentinas. ¡Dichosos quienes comen del anzuelo de tu dolor, cálido amor de las entrañas de la ternura! Érase una vez una dulce mujer hecha de pan y de aurora, tan desdichadamente aire que solía tragar bocanadas de legrumbres secas, junto al ser vidrioso de la órden de los azulejos, tan extrañas alternativas de la fecundidad más incierta. Se descubrieron en una ocasión todos los males de la plenitud, tan intensos como un sol caliente y un cohete que estalla en la mañana.
Anuncios de mares inciertos en la entraña soledad de la opulenta tristeza. Cabezas llamenantes que giran sobre el susto de la rotundidad. He oido hablar de las caricias como algo de dentro hacia fuera, como si el mundo se partiera en las partes de tu risa, tan cerca que me hacía caminar escuchando tu latido, armado de ronquidos extenuados, alcanzados álbumes de recuerdos institutivos.
Te tengo en la garganta de los rascacielos de tortura, añejos blindajes de láminas de escarcha. Descubro de tu papel en la la rosa de piel de ojo, tan entumecida sombra de tus ademanes inadvertidos. Ciego en la noche de tu hambre, de tus piernas abiertas de salubridad, arcos de nómadas suspiros y de lastres de fuego al amanecer.
Oí que te decías un lamento de vivires desconocidos, como si llamaran otros desde tu boca abierta. Asoma la cercenada losa de los años que montan un festín de locura infinitesimal.
A lo mejor encuentras los cascabeles en la nube de la oreja de tus años, colgados de los hilos de la incertidumbre. Escarbo en tu niña de otros mundos y mis uñas se llenan de latidos de rinoceronte. Acabas de impedir que se sepulten las ciénagas del armanrio de arriba... y dejas de decir que el amor se puede descubrir desde los más extraños ángulos de tus mentiras. De tu boca vuelan las audaces heroinas de los cuentos de soñar para adelante.
Un sepulturero viene del cajón que guarda nuestros olvidos, tan desconcertante mundo de lugares imposibles.
Si el fuego fuera el agua de mi boca, los lugares saldrían de mi como torrentes del piel.

13 octubre 2006

Ensayos

Todo llega tarde o temprano... o bien todo está siempre aquí... o incluso puede no llegar nunca, por haber sido desviado o apartado. Tanto si se espera como si no o si tan siquiera se es consciente de ello, los acontecimientos que configuran y conforman nuestra vida suceden como culminación de su posibilidad.

A veces son la consecuencia de un enfrentamiento previo con ellos, en estado de prueba, en un ensayo, a la espera de su llegada definitiva, como si la vida fuese una constante dedicación al aprendizaje de si misma y de su posibilidad. Y los ensayos, los preeliminares, toda la preparación previa a ella misma se viven bien como una parte que no pertenece enteramente a aquello para lo que se nos prepara o bien como una faceta en sí misma imporante y diferenciada (tanto de aquello que culmina como del tiempo que ella misma ocupa). Digamos que al mismo tiempo que uno pretende expectativas de desarrollo y crecimiento con vistas a un fin más o menos concreto es bueno a su vez que está atento a cuanto pueda surgir de imprevisto fuera del marco del aprendizaje esperado. Dicho de otro modo, se puede interpretar la misma vida como la preparación hacia algo más allá de ella (una continua promesa que puede acabar aparcando realizaciónes dentro de su mismo tiempo en es pera de... ¿qué tiempo?) o también como tiempo mismo de vida exento del la intención preparatoria. Al ser la vida un algo inconcluso de principio a fin, sólo marcado en cierto modo por el nacimiento y la muerte, cabe pensar de ella que es preparación continua y al mismo logro en sí misma.

Para quienes no esperan o no son conscientes en sus realizaciones de un significado, de un sentido, de un órden aceptado o impuesto, de una función o unas metas, es decir, quienes se encuentran completamente fuera del estado de ensayo, o simplemente, aún conscientes de su realización no la desarrollan con otro fin más que la satisfacción en sí misma o la confianza de una vida autónoma y desligada del producto, la consecución casi inmediata de la acción y por ello del mismo fruto a su vez... para quienes no hay imagen previa ni reconocimiento alguno en el acto, condicionante pretérito o aprendizaje anterior, cuyo despliegue se mueve en la espontaneidad de lo instintivo, de cuyo sentido (si es que se puede hablar de sentido) es más directamente responsable la naturaleza... para esos seres y en esos instantes la vida sucede completamente fuera del tiempo. El estado de desarrollo de estas posibilidades de vida sucede con la liberación de la represión, sea en el estado que sea, ya que ésta no es otra cosa que el aprendizaje consciente o inconsciente de modos de contención de los instintos.

Vivir en el ensayo perpetuo es quizá lo más frecuente, teniendo en cuenta que la noción de ensayo tanto como la de vida pueden agrandarse o encogerse según cual sea nuestra perspectiva. Los periodos de ensayos más convencionales son la infancia y la juventud. En esta etapa, pese a lo decisiva que resulta, se cree comunmente que la consideración de la acción y la decisión ha de ser limitada al estado de prueba, de tentativa, de ejercicio y de ensayo. Nada es definitorio, no hay acciones conclusivas, terminales, no existe la presión de una responsabilidad frente a las consecuencias totales de nuestras acciones, de alguna manera todo tiene un remedio. A lo sumo se crea la ilusión de una responsabilidad (fracasado intento de aprendizaje de la responsabilidad real) que se cierra sobre el círculo estrecho de nuestro ser (es decir, a lo sumo me afecta a mí y nada más) Esta consideración, ajena a la posibilidad de un efecto sobre la totalidad del mundo, es decir, ausente de la decisiva importancia de cada gesto y cada acto es la consecuencia directa del abandono de los individuos, más tarde, a la indiferen cia, el hastio y la irresponsabilidad. Es precisamente en este aprendizaje de los modos de aprender (como los ensayos de proveta en un laboratorio) donde se gesta a su vez el miedo y la presión de la responsabilidad real, la carga que parece demasiado grande y demasiado imposible. En parte sucede por la falta de costumbre de asumir responsabilidades reales y en parte, simplemente por la necia diferenciación muchas veces entre ensayos y consecuciones. Sea del modo que sea que se eduque hemos de tratar de no magnificar la importancia de algo o su dificultad, de modo que parezca inaccesible a no ser pasando por todo un complejo y difícil tiempo de formación. Hay muchas cosas realizables ahora y su importancia es capital en este momento como serán la de aquellas cosas realiazadas después, en un supuesto grado adquirido de seriedad mayor.

Ninguna realidad es mas seria que otra, más grave o más difícil. Todo acto es importante o debiera serlo y no por ello ha de suponer una presión imposible de llevar. En conseciencia cada acto es definitivo y afecta a la totalidad de la vida siendo responsable por ello ante todo. Aún así las acciones se realizan gratamente y sin verse obligados a dudar, recular o temer a cada instante por la valía de ellas.

08 octubre 2006

La Tierra

Empuja la tierra

dura

avandonada

en el campo yermo

de prejuicios

soledades y nadas.

Bajo el arco del cielo

la tensa hierba,

enfila

hacia el agua maternal.

Su joven y bello rostro

mudo,

persigue las tormentas

quebrando relámpagos

de agitación.

Su piel le trae catástrofes

de pechos

y embudos de suspiros

llantos secos

y semillas en sus espasmos.

Piel

Llora la piel

su juventud

alegre placer

de la vida.

Caricias

perdidas

en la soledad

de su tacto,

perplejo

miedo.

Sueños de abeja

que confunden

la realidad,

intensidades

que desbordan

los sentidos.