Decirla
como el primer sonido de la mañana
como un hilo de seda
o una tela de araña.
Como el zumbido de una abeja,
como la superficie del agua
y el movimiento de los planetas.
Como papel de hace mil años,
o la mirada de un niño.
Como las alas de una mariposa
o el mecerse de la hierba.
Como el primer beso
y la primera caricia.
Así de delicada.
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