Imagogima

Un lugar donde posar tus ojos y tus dedos, dejando lo que traigan consigo, y llevándose el resto.

07 enero 2007

Dejar ir...

Con la cabeza llena de música, pasan los días como luces en la carretera. Se suman las imágenes y los sonidos a la espera de empezar a crecer en la tierra que rodea nuestros ojos. El silencio se va tejiendo entre los que moran la casa y los latidos de la perdición y de la soledad se hermanan con los de la esperanza y la belleza hasta hacerse indistingibles.

Un gato negro soñaba en la mesa redonda de plastico, sucia y abanadonada a las carícias del invierno. Los hojas acampaban desordenadamente en un manto parduzco y seco y la luz lo embadurnaba todo con esa presencia física tan palpable que hace pensar en un beso.

Entre la poesía y el discurso lógico, entre la pasión y el tedio, entre la paz y la angustia llego a decirme la inmensa belleza de vivir, el inmenso interrogante de vivir.

Anoche, al márgen de las preocupaciones, resolví que todo era invención, que todo era creación, que no había leyes que valieran y que se podían aprender para ser utilizadas con algún fin. Ví que quizá esto no se podía aplicar siempre y de forma tajante, pero que era un verdad más allá del hecho de su aplcación... era una forma de senir el mundo y la vida, mi propio ser y el hecho de mi existencia.

Cuando alcanzo una idea de semejantes vuelos me digo a mi mismo que a partir de ese momento todo lo que haga, intuitiva o conscientemente debe ir encaminado a alimentar esa idea, a ir forjándola invisiblemente en todo, pues eso, necesariamente me conducirá a una verdad, a un sentido, a una perfección.

No creo por tanto en el conocimiento mecánico de algo, funcional, es decir, aquel que sabiendolo puede ser aplicado y nos da un resultado previsto. No, todo conocimiento debe servir para suscitar algo nuevo, desconocido, imprevisto, vivo, misterioso, enigmático, pregnante... Así, todo conocimiento debe ser alterado y mezclado para que produzca otros nuevos y dentro de nosotros hemos de sentir cierto vértigo cuando eso esté sucediendo o vaya a suceder.

Uno ha de ser permeable a todo y a la vez concentrado, como la tierra o como una esponja.

La mirada del escritor es sobre el recuerdo... la mirada del cineasta sobre el presente.

Mirar es como medirte con el mundo, descubrir lo que estás inventando.

Atrapar imágenes es casi como llenar un saco de aire, no tiene sentido pero es imprescindible para la vida.

Únicamente el blanco de la nieve y el negro de los árboles. Y los caquis maduros que no se alcanzaban con la mano, colgando de las ramas secas, con su rojo aliento de mujer. Un perro grande y otro chico ladrando. Regularmente algunos coches por una carretera cercana. Un paisaje como de verde ceniza, no obstante la inundación de blanco que velaba la mirada. El pino centenario junto al camino parecía ser el único acostumbrado a aquel disfraz de papel vírgen.
Mis huellas descendían por el camino como un séquito de fantasmas en mitad del silencio crujiente.