Imagogima

Un lugar donde posar tus ojos y tus dedos, dejando lo que traigan consigo, y llevándose el resto.

28 julio 2006

F O R M A

La vida no tiene sentido, no tiene un fin, por lo tanto es el fin en sí misma.

Pero esto se puede mal interpretar y mal entender muy fácilmente, pese a que se crea en efecto que ya se sabe.

Si la vida vale por sí misma lo valioso de la vida es la vida misma y no otra cosa.

¿Y qué es la vida misma?

¿Y qué no es la vida misma?... sería mejor preguntar.

¿Qué queremos decir cuando decimos que lo fundamental de la vida es la vida misma?

¿Qué estamos quitando de la vida en su conjunto al exigir con nuestra pregunta aquello que creemos más fundamental que nada?

Expresado de otra manera, ¿qué es más importante, la vida en sentido abstracto, general, universal, esencial... o la forma concreta en la que se da la vida?

Todo tiene vida, todo participa de la vida, de esa vida universal que lo impregna todo... y no obstante así, cada vida tiene sus propias particularidades y características, distintas las unas de las otras.

Estos temas son muy viejos, milenarios: lo universal y lo particular, la forma y el contenido, la esencia y la apariencia, lo objetivo y lo subjetivo, lo abstracto y lo concreto... palabras y matices dinstintos para suscitar una misma aparente paradoja. La paradoja del Ser.

¿Qué es lo que es?

¿Qué es ser?

Del ser también se dice como de la vida y de la existencia que todos somos, que todos vivimos, que todos existimos, pero no todos somos de igual forma, ni vivimos ni existimos de igual forma.

Parecería después de todo esto que hemos dicho, que la vida en sí misma sería más bien la vida universal y general que está en todos nosotros en lugar de la vida particular y diferente de cada uno. Pero yo me pregunto, ¿acaso la forma de manifestarse, de darse la vida (esa vida general y universal) no es precisamente ese manifestarse de la forma concreta de la vida? ¿Existe otra cosa pues que no sea la vida concreta y separada de cada uno de nosotros?

Si estamos deacuerdo con ello, es decir, si anteponemos el manifestarse y el darse (el movimiento y la sensación) a el ser y la esencia (lo estático e inmutable), podemos concluir en que la esencia de la vida es su forma, la forma en la que ésta se manifiesta por todas partes. Puede parecer una paradoja pero no lo és.

Todo es forma, más aún, lo más importante es la forma, y la forma es el sentido de todo. Nada llega sino a través de una forma y ese algo que llega está tan unido a la forma en que lo hace que la mínima alteración de ésta produce un cambio en aquello mismo que llega.

La posibilidad de transformar cualquier mensaje a otra forma distinta de darlo es la aniquilación de la particularidad, de la vida de dicho mensaje, su alteración, su mutación, su transformación... esto es un hecho absolutamente patente en todo lo que hacemos.

¿Existe la belleza en sí misma o somos nosotros quienes la creamos?

¿Todo puede ser bello?

¿No importa la forma de aquello que miramos si nosotros somos capaces de ponerle la belleza y hacerlo por tanto bello?

¿Cómo se aprende la belleza?

Cuando decimos aque algo es bello, ¿qué estamos viendo en ese algo? ¿qué clase de claridad e iluminación nos hace decir que eso es bello? ¿qué emoción estamos sintiendo?

En este punto me gusta imaginar el momento en el que se dió por primera vez (quizá en el cuerpo de un animal no hombre) la sensación consciente, placentera, contemplativa, alegre y plena de la belleza.

Consciente

Placentera

Contemplativa

Alegre

Plena

Estos podría decir que son mis prejuicios con respecto a la belleza, todo aquello que me haga sentir así diré que es bello. ¿Es la única belleza posible? No. Pero mi vida germina en esas palabras.