Imagogima

Un lugar donde posar tus ojos y tus dedos, dejando lo que traigan consigo, y llevándose el resto.

27 julio 2006

Permitirlo todo

Vamos a hacer un necesario salto de fe, un saltito hacia el centro de la intuición, como cuando nos tiramos al agua sin ver el fondo y de este modo, entender de golpe y súbitamente, en un chasquido, que hay que permitirlo todo. El amor es una de esas energías que nos dotan del impulso y el arrojo luminoso para saltar. Cuando uno comprende todo lo que mueve esa energía trata de vivir en todo momento en ella y de ella, en la sorpresa constante de lo esperado-inesperado, provocándola en su interior, captándola en todo lo que le rodea. Y esa intuición, pletórica de salud y de alegría, de la más brillante expresión viva de la naturaleza, de coronada inocencia, de sabiduría anterior a todo, como un preconocimiento, esa calmada, exitante y fluida disposición hacia todo es la rúbrica de permitirlo todo. Hay una palabra que me inunda los labios y se extiende por todo mi ser, una palabra que es uno de los actos más bellos, hermosos y emocionantes de todos los que pueda realizar el ser humano: la confianza. Esta palabra nos vuelve niños, nos hace recuperar la inocencia, nos sitúa en un estadio anterior a todo miedo y a todo trauma, nos devuelve al estado natural del hombre del que habló Rousseau, donde la vida se expresa y se despliega en su curiosidad, generosidad, solidaridad, relación, contacto... el aprendizaje que se realiza partiendo de ese estado natural es un fortalecimiento de sus propias tendencias, una búsqueda de equilibrio y sostén de sus mismos apriori. Permitirlo todo en una situación así es sencillamente natural. El origen de la sociedad es sin duda algo más complejo. Aquí sólo pretendo alentar la intuición de permirlo todo, quizá comprendida súbitamente por quienes han recorrido (quizá también necesariamente a veces) el camino de los miedos y los traumas, del dolor y de la ausencia de alegría. Pero si una sóla vez hemos comprendido esta intuición, sabemos en nuestro fuero interno que, si la perdemos, podemos volver a experimetarla en cualquier momento y esto nos pone en la pista de que somos nosotros los que podemos tratar de que nos acompañe siempre, como una disposición fluida e intuitiva. Como decía un gran escritor "un bello recuerdo de infancia puede salvar muchas vidas".