El árbol de la vida.

El árbol de la vida de Terrence Malick no es una película, es algo tan vivo que salta de la pantalla para cogerte el pecho y no soltarte, incluso semanas despúes de haberla visto. Me doy cuenta de que no puedo hablar de esta película ya que en realidad lo que me gustaría es filmarla de nuevo, casi igual que cuando la vi.
Para alguien que quiere dirigir películas y que se enfrenta al costoso proceso de hacerlas, resulta un placer infinito que una de esas obras te haga olvidar por completo el trabajo que cuesta realizarlas, en virtud de su riqueza, de su generosidad, de su grandiosidad, de su sencillez, de su belleza en definitiva. En ella resuena la vida entera y sus planos han sido vividos por todos nosotros. Por eso no es una película. Muy pocas logran olvidar su condición para lograr esa autonomía.