Imagogima

Un lugar donde posar tus ojos y tus dedos, dejando lo que traigan consigo, y llevándose el resto.

18 julio 2006

El Tiempo de la Mirada

El mundo que ves a tu alrededor, conocido o desconocido, se torna otro muy distinto cuando estas en él llevando una cámara contigo. Ocurren infinitas cosas a partir de ese hecho de la filmación. Verdaderamente es como si te transformaras en otro ser muy dintinto a ti. Por supuesto la actitud de la mirada cambia totalmente. Para empezar todo se relentiza a la vez todo resulta mucho más atropellado. Ves más y en consecuencia se multiplica lo significativo pero necesitas mucho tiempo más para captar aquello que ves. "Filmar es tratar de ver lo que tu ves con un aparato que en absoluto ve lo que tu ves" decía Robert Bresson. Y todo lo que ocurre delante tuyo puede ser lícito de entrar en la película. De hecho, con la cámara en la mano se tiene la sensación de estar en una continua avalancha de hallazgos. Si la actitud se aproxima al documental uno siente haberse aposentado en la silla de la revelación constante. Ante este hecho hay que saber aprovecharse de esa apertura total a lo que ocurre al tiempo que lo que ocurre va fluyendo por el propósito que nos habíamos marcado. Es exactamente dejar que la vida haga tu película, ya que la vida tiene su enigmático guión y tu mismo solamente lo intuyes, lo provocas, lo sacas. Hay que provocar la realidad. La realidad te lo da todo, todo lo que tu le pidas inconscientemente, si lo sientes. En cualquier caso, la trascendencia y el aprendizaje son las principales características del acto de filmar. Encontrar lo que tu has puesto devuelto. Siempre hay que filmar el más allá en las cosas que tenemos más acá. Uno sólo aprende a abrirse más cada vez, a adentrarse por completo en el laberinto de la vida, aún a riesgo de perder lo que se quería contar. Si se pierde pueden pasar dos cosas, que se acaba contando otra cosa y que ésta cosa sea mejor o peor que la que se había pensado previamente. Si se sabe contar siempre será mejor. Uno nunca elige los temas, los temas le eligen a uno. Uno nunca tiene un tema, tiene viviencias o sensaciones que apuntan a algo. Las cosas nunca están tan cerradas.
El tiempo se dilata y se acorta al filmar. Uno se vuelve eterno y no se da ni cuenta, hasta que acaba y ve que ha pasado todo el tiempo de que disponía como en un segundo. Al filmar estamos inmersos en el instante, en la cosa, en la acción ¡en un no tiempo! ¡en un estado de respuestas constantes!