Imagogima

Un lugar donde posar tus ojos y tus dedos, dejando lo que traigan consigo, y llevándose el resto.

15 julio 2006

Afílmate!

Uno tiene a menudo la impresión de no estar viviendo realmente, de no saber vivir en el fondo o incluso de estar perdiéndose muchas cosas de la vida, como si se estubiera en la cuneta. ¿Y qué será eso de vivir? ¿y por qué esa sensación de que no se está viviendo, de que anda uno como alejado o despistado de la vida? ¿Acaso esa impresión viene reforzada por el hecho de parecernos que los demás sí vivien? Quizá este tipo de impresiones, sensaciones, figuraciones o simples planteamientos sean propios de personas que no pueden evitar vivir en cierto modo en su imaginación, de sus sueños y de una cierta condición de soledad. Esa vida extraña, como ajena, como lejana de la vida misma puede considerarse a veces la propia vida de la soledad, su forma de vivirse. Y es que hay una forma de vivir la vida que necesita de manera muy presente de la imaginación, de la construcción interna del mundo, propia, personal, intransferible ¡y que goces y que viviencias no esperan también a estos seres (que, digamos han "sabido" esperar) cuando descubren que estaban descubriendo el mundo entero dentro de sí mismos y después de eso no hacen más que introducir cada vez más el mundo dentro suyo, jugar con él en su interior y devolverlo de nuevo hacia fuera pero mejorado, lucido de fantasía, de sentido, de metáfora, hungido de imaginación, creado, hecho, construido, para que otros lo descubran de nuevo, lo destruyan o partan de lo dado para seguir creando.
Bien. El otro día, poniéndome en mi fantasía del lado de los que de alguna manera "no vivien", pensé que había dos tipos de seres. Los que viven y los miran la vida (yo les llamo "los que filman") Yo me sentía más bien uno de los filman en lugar de vivir. Asumiendo mi condición entendí de este modo que era inútil e incluso perjudicial que yo tratara de vivir las cosas que vivían los demás agobiándome así innecesariamente al tratar de hacer cosas que no estaban en mi naturaleza. "Yo no he nacido para vivir sino para mirar la vida, para filmarla" me decía a mi mismo tratando de asumir mi condición y de este modo entregarme más plenamente a ella. Creo que aquellas personas que se dan por completo a su naturaleza son las personas que logran la alegría suprema, la armonía absoluta, pues están en armonía con todo lo que les rodea y su vida se desarrolla de forma más plena y feliz. Ahora bien, ¿cuál es nuestra naturaleza? De eso yo no puedo responder, cada uno ha de sentir y experimentar su propia naturaleza y encontrar y propiciar el modo de expresarla, de vivirla en su entorno o en las circunstancias que le toque vivir. De todas formas, y por sí el lector no lo ha pensado todavía, he de decir, naturalmente, que hay muchas vidas y muchas naturalezas y que incluso se pueden dar varias en una misma persona, así que cuando expreso la vida en los términos de el que la vive y el que la filma, en realidad estoy simplificando y casi se puede decir que bromeando. Entre la acción y la contemplación (sean lo que sean cada una de esas "actitudes") hay una infinidad de grados y formas de manifestación de dichos formas de actuar. Todo es actuación al fin y al cabo. Filmar es ya un acto propio de la vida. Alguien dijo un vez que la condición de todo artista era tal vez una cierta conciencia de soledad, conciencia de sí mismo, un estar despierto por encima de todos los que dormitan. Bien, he ahí un misterio de la condición humana, esa huida misma de lo humano hacia el más allá de lo humano, esa ilimitada ánsia de ser más allá de ser. ¿Acaso va por ahí nuestra naturaleza? Otro misterio. Por de pronto no nos queremas despegar tan pronto y hagamos caso a la vida que late dentro de nosotros, a ese misterio mismo que tiene sus propias formas de manifestarse y que también está más allá de nosotros. En efecto, la vida toda late en nosotros, una vida que no nos pertenece del todo, que como dijo alguien también, es una suerte de préstamo. Alguien más juega con nosotros en hecho mismo de vivir ¿vamos a no darle participación alguna?
Le contaba a una amiga en tono un poco divertido mi distinción entre quienes viven y quienes filman y como (¡un poco dramáticamente!) yo me debatía entre el vivir y el filmar. Ella, al ver que yo trataba de explresarle que deseaba vivir por encima de todo, pese a que asumía mi condición de filmador, queriendome decir "¡afírmate a la vida!" y liada en la conversación acabó diciendo: "¡afílmate a la vida!" ... ¡y dió por completo en el clavo!.