Imagogima

Un lugar donde posar tus ojos y tus dedos, dejando lo que traigan consigo, y llevándose el resto.

29 agosto 2006

Crítica I. Sanatorium Pod Klepsydra. Wojciech J. Has.


Estas serán mis primeras palabras sobre esta película, o mejor dicho, suscitadas por ella, ya que de momento, poco o nada puedo decir de ella misma. Y digo primeras porque quisiera indagar más para poder volver a escribir (esta vez sí) sobre la película.

Podría decir que no he entendido nada... y a la vez que lo entiendo todo.

Pensé viéndola, absorvido en sus imágenes y sus barrocos espacios, que sería fantástico, como un vuelo constante, el poder tratar nuestra vida del mismo modo en que el personaje principal se desenvuelve en ella en la película. La impresión que se tiene es que se está dentro de un sueño, toda la película, de principio a fin, una especie de sueño infantil, o mejor dicho, donde la infancia parece condicionar la mirada de todo. Es una aventura donde tú puedes y mandas en todo (si lo decides), donde estás llevado en la corriente de la acción, en la corriente de tus sentidos, de tu olfato, un lugar donde si te lo propones todo puede dar los giros que quieras, donde viajas metido debajo de la cama, como cuando éras niño, donde la vecina es una infanta cuyo padre vive en un barco en su propia casa y donde juegas con tu amigo a viajar por todos los países coleccionando sellos. Todo se crea, todo se inventa y a la vez todo está. Cuanto más lo pienso más creo que es un canto a la memoria de la infancia, con toda su oscuridad, toda su magia y todo su caos.

Leeré el relato de Bruno Schulz y la volveré a ver de nuevo. Sabré quizá el porque de Joseph, el entorno judio, los relatos, los maniquíes, el colonialismo... toda esa realidad vista por los ojos de un niño, el niño de Bruno Schulz, aventuro, y el niño visionario de Wojciech J. Has y su equipo de escenografía.