Imagogima

Un lugar donde posar tus ojos y tus dedos, dejando lo que traigan consigo, y llevándose el resto.

13 octubre 2006

Ensayos

Todo llega tarde o temprano... o bien todo está siempre aquí... o incluso puede no llegar nunca, por haber sido desviado o apartado. Tanto si se espera como si no o si tan siquiera se es consciente de ello, los acontecimientos que configuran y conforman nuestra vida suceden como culminación de su posibilidad.

A veces son la consecuencia de un enfrentamiento previo con ellos, en estado de prueba, en un ensayo, a la espera de su llegada definitiva, como si la vida fuese una constante dedicación al aprendizaje de si misma y de su posibilidad. Y los ensayos, los preeliminares, toda la preparación previa a ella misma se viven bien como una parte que no pertenece enteramente a aquello para lo que se nos prepara o bien como una faceta en sí misma imporante y diferenciada (tanto de aquello que culmina como del tiempo que ella misma ocupa). Digamos que al mismo tiempo que uno pretende expectativas de desarrollo y crecimiento con vistas a un fin más o menos concreto es bueno a su vez que está atento a cuanto pueda surgir de imprevisto fuera del marco del aprendizaje esperado. Dicho de otro modo, se puede interpretar la misma vida como la preparación hacia algo más allá de ella (una continua promesa que puede acabar aparcando realizaciónes dentro de su mismo tiempo en es pera de... ¿qué tiempo?) o también como tiempo mismo de vida exento del la intención preparatoria. Al ser la vida un algo inconcluso de principio a fin, sólo marcado en cierto modo por el nacimiento y la muerte, cabe pensar de ella que es preparación continua y al mismo logro en sí misma.

Para quienes no esperan o no son conscientes en sus realizaciones de un significado, de un sentido, de un órden aceptado o impuesto, de una función o unas metas, es decir, quienes se encuentran completamente fuera del estado de ensayo, o simplemente, aún conscientes de su realización no la desarrollan con otro fin más que la satisfacción en sí misma o la confianza de una vida autónoma y desligada del producto, la consecución casi inmediata de la acción y por ello del mismo fruto a su vez... para quienes no hay imagen previa ni reconocimiento alguno en el acto, condicionante pretérito o aprendizaje anterior, cuyo despliegue se mueve en la espontaneidad de lo instintivo, de cuyo sentido (si es que se puede hablar de sentido) es más directamente responsable la naturaleza... para esos seres y en esos instantes la vida sucede completamente fuera del tiempo. El estado de desarrollo de estas posibilidades de vida sucede con la liberación de la represión, sea en el estado que sea, ya que ésta no es otra cosa que el aprendizaje consciente o inconsciente de modos de contención de los instintos.

Vivir en el ensayo perpetuo es quizá lo más frecuente, teniendo en cuenta que la noción de ensayo tanto como la de vida pueden agrandarse o encogerse según cual sea nuestra perspectiva. Los periodos de ensayos más convencionales son la infancia y la juventud. En esta etapa, pese a lo decisiva que resulta, se cree comunmente que la consideración de la acción y la decisión ha de ser limitada al estado de prueba, de tentativa, de ejercicio y de ensayo. Nada es definitorio, no hay acciones conclusivas, terminales, no existe la presión de una responsabilidad frente a las consecuencias totales de nuestras acciones, de alguna manera todo tiene un remedio. A lo sumo se crea la ilusión de una responsabilidad (fracasado intento de aprendizaje de la responsabilidad real) que se cierra sobre el círculo estrecho de nuestro ser (es decir, a lo sumo me afecta a mí y nada más) Esta consideración, ajena a la posibilidad de un efecto sobre la totalidad del mundo, es decir, ausente de la decisiva importancia de cada gesto y cada acto es la consecuencia directa del abandono de los individuos, más tarde, a la indiferen cia, el hastio y la irresponsabilidad. Es precisamente en este aprendizaje de los modos de aprender (como los ensayos de proveta en un laboratorio) donde se gesta a su vez el miedo y la presión de la responsabilidad real, la carga que parece demasiado grande y demasiado imposible. En parte sucede por la falta de costumbre de asumir responsabilidades reales y en parte, simplemente por la necia diferenciación muchas veces entre ensayos y consecuciones. Sea del modo que sea que se eduque hemos de tratar de no magnificar la importancia de algo o su dificultad, de modo que parezca inaccesible a no ser pasando por todo un complejo y difícil tiempo de formación. Hay muchas cosas realizables ahora y su importancia es capital en este momento como serán la de aquellas cosas realiazadas después, en un supuesto grado adquirido de seriedad mayor.

Ninguna realidad es mas seria que otra, más grave o más difícil. Todo acto es importante o debiera serlo y no por ello ha de suponer una presión imposible de llevar. En conseciencia cada acto es definitivo y afecta a la totalidad de la vida siendo responsable por ello ante todo. Aún así las acciones se realizan gratamente y sin verse obligados a dudar, recular o temer a cada instante por la valía de ellas.