La Tierra
dura
avandonada
en el campo yermo
de prejuicios
soledades y nadas.
Bajo el arco del cielo
la tensa hierba,
enfila
hacia el agua maternal.
Su joven y bello rostro
mudo,
persigue las tormentas
quebrando relámpagos
de agitación.
Su piel le trae catástrofes
de pechos
y embudos de suspiros
llantos secos
y semillas en sus espasmos.
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