Imagogima

Un lugar donde posar tus ojos y tus dedos, dejando lo que traigan consigo, y llevándose el resto.

28 noviembre 2006

DEL HACER

Si uno no crea se pierde

si uno no se crea no es

A ser se llega... no se nace

Hacer es la mayor incertidumbre y la mayor responsabilidad

la mayor naturaleza y el mayor gozo

Uno encuentra hacer...

en el hacer de otros... que luego será el propio,

que nunca fue otro distinto que el suyo cuando lo ve

pues uno existe para existir y es irremplazable.

Sentirse uno mismo es ya empezar a crear...

esa claridad y a la vez la dificultad en expresarlo.

Encontramos en los otros las palabras, los sentimientos...

hasta que ya no distinguimos nosotros de ellos

y somos aquello que nos reflejó,

la imagen que hemos ido adivinando con el tiempo,

como una pintura o escultura que se va haciendo,

que parece surgir de la nada, del caos, de la convención y de lo informe.

Si uno se escucha profundo

el mundo habla a través de él

y oímos un susurro de silencio cálido y alegre

que construye el mundo

los cimientos del misterio,

el secreto de la satisfacción.

Ahí ya estamos creando...

nuestras manos se arrastrarán hasta la tierra para empezar

a dibujar esa imagen que nos descubría y que habrá de seguir descubriendo.

22 noviembre 2006

De la conciencia de ser

De nuevo a mirarme en el abismo...

desnudo...

con el solo rostro que apunte a algún lugar,

en la mirada que te encuentra.

Late el último impulso de la vida contigo,

como el nuevo parto,

vuelves a nacer entre el dolor del olvido

y del no ser.

Todos los caminos te confuden ahora,

como en otras ocasiones te fascinaban y eran una sola dirección.

La claridad de un sentimiento es como un diamante

en las entrañas de la tierra.

Temes la conciencia tan inmensa que no te permita vivir

la diminutez de tu ser.

Sabes que no es cuestión de tamaño

y sin embargo te escondes de crecer demasiado

tan grande como te sientes,

tan perdido ahora.

De nuevo la mirada yerra en el espejo,

con el brillo de encontrarte demasiado encontrado otras veces.

Quieres no estar y surgir de pronto,

de la nada que es la convicción irracional de tu ser,

desconocida critura que eres más allá de ti.

Y tu conciencia que no cesa de engullir

todo lo que tu vas descubriendo vírgen,

segadora imparable de la inocencia,

madre de todas las naturalezas.

Y en el fondo sabes que esa nada

que avanza es tan ilusoria como esa madre que trae nacimientos,

que son la misma cosa.



(Quien trate de ver todo el
tiempo puede acabar no viendo nada)

15 noviembre 2006

La mirada vasta

Lo sepamos o no, lo veamos o no... siempre hay un espacio inmenso delante de nosotros que espera que abramos los brazos a él o que nos lancemos en una alegre carrera por sus prados infinitos.

Siempre...

Lo que ocurre es que... por muchos y diferentes motivos solemos vivir la vida en general parcelados en celdillas de "realidad" a las que otorgamos un valor sobre la vida ( vasta e infinita), mucho mayor del que se merecen. Nos empequeñecemos sin motivo.

¿Por qué ocurre esto?

Nuestra relación con el entorno que nos rodea está hecha de engaños y autoengaños que son las sumisiones e imposiciones, las aceptaciones y los convencionalismos, los miedos y las actitudes pautadas, los castigos y los premios, los juicios y los valores, las mediciones, las comparaciones, los exámenes, las pruebas, la competitividad...

Siendo conscientes de todo esto en alguna medida, nos daremos cuenta también de que el entorno que nos rodea y nosotros somos en verdad una misma cosa (en sentido genérico y refiriéndome a toda la sociedad) y que las consecuencias de ese entorno nos hacen a nosotros y nosotros al entorno.

El entorno también nos puede dar gratitud, confianza, compartir, jugar, reirse, sentirse querido y querer, ternura, comprensión, imaginación, fantasía, ilusión, sueños...

Y también nosotros somos todo esto.

Pero más allá incluso de lo que nos da el entorno está la capacidad de darnos a nosotros mismos (y al mismo tiempo y por ello a todos y a todo)

Esa capacidad es la vastedad de la mirada.

La vastedad de la mirada está por encima de los valores aprendidos, es la generadora misma de estos pero está más allá de ellos.

Surge con ellos pero es posible porque también está más allá de ellos.

Ese espacio vasto de la creación de tu propia alma, del alma de todo, ese espacio es la mirada vasta y está siempre como posibilidad delante de nosotros. Enseguida que sepamos que está ahí y queramos ir a hacia él empezará a agrandarse todo dentro y fuera de nosotros... empezará a crecer lo vasto en nosotros.

Lo vasto es todo lo que tú quieras dejar crecer en ti.

Ver las celdillas de la vida es ya un primer paso hacia la apertura de lo vasto.

Esto es algo cotidiano, de asumir y entender "realidades"... de vivirlas o no, de sentirlas o no.

La vastedad de tu mirada no significa que tú crees la vida, que puedas regir tu alma a voluntad desde ese momento en adelante y que sientas todo aquello que quieras sentir en cada instante. Esto quizá se pueda conseguir, pero es un proceso lento y en el que hay que estar alegre y amorosamente vigilante toda la vida.

Construir en la vastedad del espacio del alma humana se hace en compañía del misterio de la existencia, nunca se puede estar sólo pues no existe tal condición.



A mi amiga O.

07 noviembre 2006

ES*PEJISMOS

Creer ver y no ver en realidad.

Proyectar lo que se ve sin estar realmente delante de nuestros ojos.

Un espejo no soy yo, es sólo mi imagen.

La vida entera es un espejismo de la nada, de la muerte...

y la muerte y la nada lo son de la vida.



Yo tengo solo dos cosas:

una mente imaginaria

y unos sentidos.


Ambos a la par crean ilusiones y espejismos...

Aquellos en los que cree más gente se les llama reales...

y a los otros menos frecuentes se les dice irreales o inxistentes, quiméricos y sueños...


Amar entraña varios espejismos.

¿Existen varios tipos de amor?



Todo es amor cada día... esto es incuestinable

¿acaso sin amor podría existir el mundo?

En absoluto... todo acabaría al instante.


¿Amamos o queremos amar?

¿Necesitamos amar?

¿Entonces no estamos amando ya?

¿Querer amar no es amar?

¿Por qué queremos amar?

¿No deberíamos amar simplemente, y ya está?

Yo amo... pero... ¿cómo amo?

¿bajo que espejismo?

Yo amo el mundo, la naturaleza, amo al Dios creador de todo y si no creo puedo amar la belleza misma del mundo. Me amo a mi por amar de ese modo. Amo la belleza de alguien, en su conjunto.
Amo a los seres que amo porque son parte de la belleza de mi y del mundo.

Amo mi belleza... amo mi cuerpo, mi juventud... ¿alguien más ama de ese modo?... ¿alguien más ama la belleza del mundo en sí mismo, en su propio ser...? ¿Alguien ama mi cuerpo como yo amo las bifurcaciones de las ramas de los árboles?

La belleza es un espejismo que quizá empieza en nuestra naturaleza... quizá sea lo único que haya de natural en nosotros... y es la justificación última que siempre se da cuando ya no hay nada.

06 noviembre 2006

Canto a la desmesura

Esos días de sentirse estúpido

sólo y loco...

de pensar atrocidades y tonterías

esos días de desiquilibrio

y de calmantes ensoñaciones de suicidio.

Esos días en los que dejas de ser humano

y ni siquiera te permites ser piedra.

Esos días en los que te aplasta el peso de una pluma

y una palabra ajena puede ser

la catedral de las angustias...


esos días los amo como amo cuando toco el cielo

o cuando la alegría me lleva a trepar los árboles

o a besar sin darme cuenta de que beso.

Cuando me poseen los escalofrios y

la piel se eriza como si tú me acariciaras.

Cuando todos los hombres

y todas las cosas existen en la armonía de un instante.

Cuando veo a través de las mismas

cosas y los mismos seres que miro.



Que la paz no dure demasiado,

que pronto venga la oscilación de la intensidad.

05 noviembre 2006

Laberintos, perdiciones y otras luces

Todo lo que en algún momento empieza es por ello a partir de entonces imposible de detener.

¿Es esto una ilusión de nuestra percepción de la existencia?

Voy por la calle, de camino al trabajo y pienso que el día de hoy no ha existido nunca hasta entonces y que, aunque todo es muy similar a ayer incluso hasta el punto de poder confundirlo con ayer, en verdad soy consciente del surgimiento de todo en esa nueva presente existencia. Eso pienso un momento mientras todavía trato en el fondo de saber porque camino y hacia donde. Pero son pensamientos vagos, la inercia me empuja a caminar. De pronto imagino que soy alguna de las personas que me cruzo siempre en ese trayecto y a partir de ese momento el lugar a donde me dirijo no tiene para mí ninguna significación, sencillamente no lo conozco. Pero entonces me digo a mi mismo que no puedo imaginar las vidas de esas personas ya que apenas las conozco, que estoy jugando con mi imaginación. Sigo mi camino y esta vez me fijo más en esas personas y en las casas donde viven (para poder conocerlas) y que encuentro en mi camino. Muchas de ellas son inmigrantes de centroeuropa, Ecuador y norte de África, al menos eso me parece por sus rostros y sus idiomas. Habitan casas del barrio viejo que en muchos casos necesitan de restauración. Dejan las puertas abiertas y la música a un volúmen un poco alto. Huele un poco mal en general por esas calles, a humedad y a sucio. Veo un niño de unos siete años que llora y su madre que sale a la calle y trata de ponerle un abrigo. Veo que están todos desayunando frente al televisory que algunos rien. Un paisano me saluda desde otra puerta. No lo conozco pero me digo que podría conocerlo de toda la vida. Un poco más arriba le sostengo la mirada límpia y pacíficamente a una chica que va con unas bolsas. Ella baja la mirada y se cruza sin mirarme. Yo sigo alegre... pero... ¿voy al trabajo?... ¿cuánto tiempo ha pasado desde que crucé el puente y pensé que el día de hoy nunca jamás había existido hasta ahora? Al llegar a la plaza de Santo Domingo recuerdo una foto de ese mismo lugar a finales del siglo diecinueve y pienso que esos árboles enormes eran entonces pequeños arbolitos y que no había apenas casas y que todos los niños llevan pantalón corto en pleno invierno. La plaza está llena de inmigrantes. De pronto tengo ganas de detenerme y de escuchar el viento en las hojas pero recuerdo que tengo que ir a trabajar y que voy con el tiempo justo como siempre. Entonces, aunque ya no me acordaba, de nuevo se me hace odioso el tener que ir a trabajar (una pérdida de tiempo). Pero como no quiero que se me haga odiso porque sé que es peor entonces me olvido, continuo caminando y se me olvida también a donde voy. Sin embargo mi estómago aún lo recuerda un poco. Entonces, al darme cuenta de que realmente (una de tantas veces que me doy cuenta de eso), en unos pocos segundos había podido cambiar mi estado de ánimo, me pongo a pensar en todas las cosas que no he pensado hasta que he llegado hasta allí. El niño... el niño... ¿por qué estaría llorando?... la chica que sonreía en el puente... justo cuando me ensimismé en el frio de la mañana y pensé aquello de que el día de hoy nunca antes había existido... esa chica... ¿por qué reía?... creo que me ha parecido que miraba al suelo... y entonces me he acordado de alguna vez que yo he hecho lo mismo. Mirar al suelo... reirse sólo... ¿acaso alguien podría pensar que esa persona no está bien de la cabeza?... esto, desde luego, no lo pienso en serio, juego con estas tonterías simplemente... y entonces pienso que si reímos o lo que sea cuando estamos solos es porque estamos viendo una película en nuestra cabeza, estamos con nosotros mismos diciéndonos cosas concretas, hablándonos, quizá recordando una anécdota o creando alguna asociación divertida... En cualquier caso estamos conversando, activos cerebralmente de forma más o menos activa y consciente... y pienso... ¿será por eso que alguien puede pensar que está loco quien eso hace? ¿porque piensa... porque tiene imaginación?...¿porque se ensimisma? Pero pronto me cansa profundizar en esto, en el fondo es una tontería aunque pueda parecer interesante... ver la luz de la mañana en las cosas es más interesante. Entonces me cruzo con una compañera del instituto de hace ya unos cuantos años y con la que apenas tuve trato en aquel momento. La recuerdo y la veo ahora... me pregunto... ¿qué será de su vida personal?... porque sé donde y en qué trabaja ya que me la cruzo casi todos los días. A veces me mira y sé que nos reconocemos... ¿pensará en los años del instituto? ¿Existieron aquellos años? Que lejos y que cerca a la vez me parece que están... Un poco más adelante cruzo por una calle donde hay un lugar en donde tengo algo pendiente desde hace tiempo que voy aplazando porque no sé si realmente me incumbe o no. En el fondo quizá esté zanjado, en cualquier caso nadie me espera ni me esperaba, fue y es una decisión mía. Pero ya casi llego al trabajo. Entonces, antes de encerrarme allí o de dejar ir mi imaginación sentado allí, como se prefiera ver, hago un último vuelo y me digo que yo no voy al trabajo y que estoy en mitad del desierto... pero en realidad prefiero escuchar a mi jefe y me alegra verle y hasta me anima lo que de repente tengo que hacer esa mañana, que puede que no estuviera previsto.

Y aún hay decenas de cosas e imágenes que se me han escapado, que ya he olvidado y otras muchas a las que no preseté atención.

Aquella mañana sucedió de aquel modo y desde luego podría haber sucedido de algún otro distinto.

¿O no?... ¿o acaso todo lo que empieza es imaparable por el mismo hecho de haber empezado? ¿Hubiera yo reparado en los árboles de la plaza de no haber visto la fotografía...? ¿habría pensando un poco en la vida de los inmigrantes de no haber sentido el frio de la mañana? ¿Hasta que punto el verde del rio me dió la impresión de un paisaje del norte de que me hizo pensar en el frio y a su vez en el otro pensamiento de que el día de hoy era irrepetible?...

Se podrían hacer infinitas preguntas como éstas de una sala mañana, o incluso de un sólo minuto de nuestra existenciao.

La mañana que he descrito es en realidad inventada, nunca existió tal cual la he contado pero no se diferencia mucho, (salvando la enorme simplificación) de cualquier mañana real.

Se podría decir que en esa mañana inventada todo tiene un encuentro, todo está ligado a algo, a algún sentido íntimo del pensamiento y de la vida, aunque desde luego sea imposible remontarse a él (y también indeseable) Pero la sensación que queda es la de que el personaje (yo o tú, me es igual) es más menos consciente de sus viajes metales, de sus viricuetos y sus laberintos particulares.

Imaginemos que en lugar de esto nos sentimos realmente perdidos, es decir, incapaces de encontrarnos a nosotros mismos (y no precisamente dentro de nuestro laberinto) Ese sentimiento de perdición viene a ser un poco el hecho de no poder ser, de no poder caminar en nuestra propia historia, de estar eclipsado en apariencia por todo lo que nos rodea... algo así como haber perdido el alma, el laberinto interior y sentir la ansiedad de no ser ni tan siquiera alguno de los demás que vemos (pues para ser los demás uno ha de ser primero) Sin embargo, esta clase de perdición quizá sea inevitable a la conciencia del laberinto de ser.

El laberinto nos dice todo lo que pudo ser, todo lo que podría haber sido, todo lo que ha sido y por eso mismo es... y claro, todo lo que podrá ser. Pero el laberinto no nos dice eso, él simplemente se habre ante nuestros pien que, con suerte siguen caminando.

Yo podría haber sido tú, o tú, o él, o aquel... yo de hecho no soy yo, sino un tipo al cual llamo yo y le atribuyo ciertas cosas... igual que a los demás... Pero no.. no voy a ponerme en plan relativista¡me aburre y no me apetece!

Yo podría haber sido tú significa también que yo soy tú, pero antes de eso he de ser yo, conceder que primero he de ser yo, mi laberinto, el cual yo no controlo en gran medida.

El día sale a mi encuentro... yo salgo a mi propio encuentro y también al del día... pero sabiendo que él sale hacia mí y que, en algún grado no necesito encontarme, ya que él lo hace.

Ser responsable es aceptar el dolor y la alegría. He aquí una luz en el laberinto del encuentro y la perdición.

02 noviembre 2006

QUERER

Quiero verte en tu ser...

quiero ser por un instante tú,

quiero bailar en el brillo de tus ojos

y ser tu estado de ánimo

Quiero saber que puedo ser tú,

en sólo un instante...

y podré serlo siempre,

recorrer tus mundos sin perderme,

yendo siempre hacia mi.



¿Para qué...?



Para recorrer la ilusión del espacio,

la ilusión de la identificación...

tocarte como a una llama,

estar dentro de ella

en su ser dolor-calor.

Ser llama significa quemarme,

ser muerte significa renacer

ser tú significa ser yo,

ser yo significa ser,

ser significa sentir,

sentir significa placer de estar vivo.



Si siento es...

porque soy poseido por las cosas

que me hacen sentir.

Soy yo esas cosas y

esas cosas son conmigo.

01 noviembre 2006

MIRAR

Mirar es ser en ese momento, volver a nacer en ese instante en que se mira, descubrirte a ti mismo y a la cosa como una misma identidad, sin ser tú la cosa ni la cosa tú. Es como no ser y ser al mismo tiempo, como nacer, como empezar, como surgir de la nada, como temblar o respirar. De repente, sin darte cuenta estás inserto en la mirada cuyo sentido está por encima de tu conciencia, habitándote, llenándote, siendo tú. Por encima de cualquier juicio, de cualquier valoración, tan intenso como el latido de la existencia entera. Toda la vida está ahí en el acto de ser mirada, siendo mirada por el hecho de ser mirada, sin intención más que el ser mirada mismo. Es la vida misma mirándose a tu través... ¿acaso ha hecho y sabe hacer otra cosa el hombre a parte de subsistir? ¿acaso la subsistencia no necesita también de ese acto de la mirada?
Y en medio de ese estado, conducido sin darte cuenta por fuerzas superiores a ti, contra las que tu propio aprendizaje se revela, acostumbrado a la desconfianza de la espontaneidad, desacostumbrado a la capacidad innata de hacer las cosas, al tener que medirse con pruebas y juicios aprobativos... en medio de ese estado se da uno cuenta del acierto del abandono a la intuición, a la emoción, a la pureza, a la tensión viva y alerta de la vida, como esa quietud de un medio día en donde todo queda latente y la vida entera como un manto desciende silenciosa pero inmensa cubriéndo la totalidad de todo. Se respira la vida y la vida se hacen en ti.

Y uno desintegra ese sentimiento de perdición que ha sentido tantas veces en medio del mundo, ese medirse con todos los demás por el simple hecho de no estar mirando, de no tener mirada, de haberla olvidado pese a seguir ella ahí, donde siempre. ¡Tantas cosas nos revelaría si nos dejáramos guiar por ella, si confiáramos más en nuestra mirada, si nos desnudáramos más, si nos quitáramos los filtros y las barreras que nosotros mismos nos ponemos, si no creyésemos que nos iban a tomar por tontos o por locos, principio de la exclusión que hacemos nosotros de nosotros mismos. Y mantenemos un torturado yo que trata de corresponder al mundo no dándose así mismo con el yo que no puede renunciar jamás a estar ahí, seguro de sí, claro y fuerte, grácil e infantil, directo, instintivo, audaz, espontáneo...

He pensado que realmente no quiero aprender nada, tan sólo mirar, que es algo así como saberlo todo y no saber nada o haber olvidado todo lo aprendido para por fin, serlo en lugar de retenerlo.

Uno mira y es mirada... y nada más... como cuando uno besa y es beso... nada más... tan vivo... tan pleno.

He pensado que el mundo entero está aún por mirar y que las emociones y la vida pasan por ese acto vivo, presente, instante, concentrado, atento, en su punto justo...

He pensado que evito instintivamente saber algo, pues con ello puedo perderme el vivirlo.

Me pregunto más que me respondo... ¿será por eso?

No me resuelvo pues estoy más vivo en el enigma... mis fondos son intocables... ¡ y no porque no puedan o no quieran ser tocados ! aunque quizá también... sino porque se van alejando conforme te acercas, como un falso espacio, como una ilusión o un espejismo.

Amo la finita eternidad de la vida que es mirar.

LAS MANOS

Unas manos jóvenes me miran...

con su piel de sueños y deseos.

El mundo entero palpita en su sangre

y sus dedos dibujan la belleza.

Su mirada acaricia la soledad de las palabras,

pliegues de la historia las surcan,

portadora de la infancia y de la senectud.

Asir otras manos suaves y templadas,

presionadas levemente

como el posarse de un pájaro,

casi el abrazo del aire...

y nota un pálpito distinto,

un rítmo amigo y amante

que se va sincronizando

pero que siempre avanza sólo.

Manos que estrechan el calor

como el encontrarse de las miradas,

que se tocan así mismas,

pieles confundidas y labios del recuerdo.

Me miran mis manos vivas

como "Le sang d'un poete"